Aún a pesar de los múltiples problemas que todos los días me acechan, de todas las circunstancias que me rodean estoy convencida de ello.

Sólo tengo que acercarme a la cama de mis dos hijos y contemplarlos durmiendo, moverme por mi casa y mirar a todos lados, los recuerdos, todas las cosas que he ido logrando con mi trabajo día a día.

Esa familia que me rodea e incluso a veces con poco éxito intenta ayudarme, esos amigos en los que confió y día a día me soportan, sí, jaja, eso he dicho. Esos compañeros de trabajo con los que comparto largas horas de mi vida….

Salgo a la calle y me inunda la luz, el cielo es hermoso, veo personas alrededor de mi, cada una con una historia diferente. Veo sus rostros serios, veo sus miradas perdidas y me pregunto en qué pensarán.


Luego me contemplo en un cristal y veo mi rostro alegre ¿será verdad cuando dicen que contagio alegría?

A continuación os dejo más belleza escrita que he ido guardando de ese admirador que os contaba…



Un minuto….

Es el tiempo que necesito para llenarme de tus ojos. Cinco minutos ya son un deseo y media hora toda mi vida….

Por ese minuto voy, vengo, salto, y lo más importante: sueño.

Sueño con tu sonrisa, sueño con tus manos cerca de las mías y con mis ojos que no se atreven a mirar a los tuyos.

Y esa sonrisa, que a la vez me hace padecer y ser feliz, que hasta en sueños la imagino y que aunque no hable me susurra al oído, eso me basta.

Mientras tanto seguiré soñando despierto, seguiré anhelándote hasta dormido y seré feliz entre mis lágrimas que se transforman en alegría con solo una palabra tuya….

No me faltes nunca, prefiero perder un brazo, hasta mis ojos si no te puedo conocer

Y seguiré esperando ese minuto, sé que pronto llegará….