!Muy buenas noches!

¿Cómo estáis?

Espero que el otoño transcurra como vosotros deseáis.. Aunque se, que para algunos, podría ser mejor…Desde aquí, os envío mucho ánimo, sobre todo a «mis enfermitos», que no son pocos, a los cuales les deseo una pronta y estable recuperación.

Ir a trabajar en estos meses es una auténtica odisea, las frecuencias de autobuses y tranvías son muy pocas y distanciadas, las tiendas cerradas o semivacías, las calles prácticamente desiertas,  todo se ha paralizado… La verdad es que debéis de ser prudentes, este «bicho» es muy traidor. Dichosa PANDEMIA.

Se que siempre os cuento cositas bonitas, positivas…En esta ocasión os voy a contar mi experiencia con el Covid, ya que lo sufrí en silencio, y aún estoy arrastrando sus secuelas.

Con ello no quiero ser negativa, si no todo lo contrario, pretendo que las personas que hablan de forma tan frívola sobre este virus, se convenzan de que es muy peligroso. El problema es que, quienes no lo han sufrido cerca, piensan que no es nada, y que van a ser asintomáticos, y no es así.

Mi odisea comenzó en el año 2019, mes de Julio, mis ojos no daban tregua a mis lágrimas. Me pasaba todo el día llorando. Comencé con mi oftalmólogo de confianza, el cual, me trataba como una alergia, cambiándome de gotas hasta 3 veces. Mi día a día en el iba siendo cada vez más difícil. De repente, me salió un bulto cerca de la nariz y me molestaba. Fui a un  hospital conocido de Zaragoza, dónde me atendió un oftalmólogo excelente, y me aseguró que tenía los lagrimales completamente obstruidos. Me recomendó un oftalmólogo especialista en lagrimales para reconstruirlos, y fui sin perder el tiempo. Necesitaba una rápida solución para poder seguir con mi vida, incluso tenía un quiste en el lagrimal, bastante delicado.

Estaba claro que ninguna gota ocular podía curar mis ojitos ya que las gotas no conseguían pasar a través del lagrimal, y mis ojos ya habían sufrido bastante con muchas gotas antibióticas. Como la situación se complicó mucho, mi oftalmóloga me sugirió que visitara un oftalmólogo de otra ciudad para confirmar el diagnóstico. Me recomendaron un centro de Barcelona, dónde busqué al mejor especialista de lagrimales. Por que «ojos, sólo tenemos dos»…

Al llegar a este Hospital, coincidí con muchos italianos y árabes, incluso tenían traductores para poder operarlos, lo cual me sorprendió.

Me recibió el médico que yo elegí como el mejor, para mis ojos, y lo tuvo muy claro: «Hay que operar ya», «lo tuyo es congénito y las gotas no quitan la infección de los ojos ya que tienes totalmente obstruidos los dos lagrimales, y lo que es peor, ese bultito que tienes en el lagrimal es un quiste con infección y hay que quitarlo lo más rápidamente posible.»

Mi situación era tan desesperada que preparé la operación inmediatamente. En una semana, fui a Barcelona a operarme, me daban mucha más fiabilidad en las operaciones que en Zaragoza, y el sistema era menos agresivo para los ojos y la cara.

En una hora y media de viaje en AVE me «planté» en Barcelona, un día 9 de Diciembre de 2019. Se suponía que era una operación sin problemas, sentía seguridad y estaba muy tranquila. Así que firmé todos los consentimientos y entré en el quirófano. Al salir, las molestias propias de la sedación, hemorragias (por hacerse la operación a través de la nariz) y la colocación de las cánulas dentro de la nariz y en los ojos para reconstruir los lagrimales. Un tanto molesto y muy aparatoso, con el ojo tapado. Volví al día siguiente a la revisión, y todo parecía ir bastante bien.

Así que, tras la revisión, esa misma mañana, volví a Zaragoza. A los dos días, el 12 de Diciembre, de nuevo viajé a Barcelona, para operarme el segundo ojo. Pensé que sería tan fácil como el otro. Pero, por la mañana, no me encontraba muy bien, me dolía la garganta y comenzaba a dolerme la musculatura del cuerpo. Al final de la mañana, y después de una urgencia infantil, me operaron. Salí bastante dolorida, sedada y con una hemorragia bastante grande. Las pautas, después de este tipo de intervenciones tienen que ser muy estrictas para no tener problemas. Pasé la noche de nuevo en Barcelona, como la vez anterior en un hotel cercano al Hospital, ya que al día siguiente tenía que ir a revisión. La tarde y la noche fueron duras, muchas molestias, sangrado, etc. pero lo peor, comenzaba a dolerme el cuerpo cada vez más, me dolía la cabeza y cada vez me iba encontrando peor.

Al principio le echaba la culpa a la operación, pero poco a poco, vi que algo me había pasado en Barcelona. Pensé en un virus de hospital.

Llegue a Zaragoza, con muchísimas ganas de meterme en la cama, como si tuviera un gripazo impresionante. Recuerdo que tuve que ir a recoger el parte de baja al Centro de Salud, y se suponía que lo tenía que recoger en la entrada, pero no estaba preparado. Con el mal cuerpo que llevaba subí a hablar con mi médica y me dijo, que me esperara a que terminara de atender a todas las visitas para darme el parte de baja, cuando antes de la operación había quedado con ella que lo dejaría abajo para que no tuviera que esperar. Yo estaba con casi 39 de fiebre, la cabeza me iba a explotar, me dolía la garganta y todo el cuerpo, y no aguantaba esperas… Al momento, salió la médica muy desairada y me sacó el parte, sin preguntar ni que tal me habían ido las operaciones, entregándome el parte de muy malas maneras.

Conforme transcurrían las horas, más pensaba en un virus de quirófano. Lo cual hizo que, para estar con mi familia me pusiera mascarilla. Le dije a mi madre que no viniera mucho por casa, ya que notaba que «algún regalito» me había traído de Barcelona.

Los ojos, los tenía con una conjuntivitis enorme y no podía respirar,  por las cánulas y la gran congestión. Seguí lavándome los ojos y la nariz varias veces al día, echándome gotas, tomando antibiótico y echándome unas gotas de corticoide en la nariz, el dolor de cabeza era extremo, no coordinaba bien, ni veía bien, tenía inseguridad, a parte de desorientación y un cansancio extremo. El cuadro se prolongaba y llamé unas 6 veces al Hospital de Barcelona, y no entendían nada…les extrañaba mucho, ya que era una operación que no implicaba ningún tipo de riesgo. Varias veces intenté ir a urgencias pero no me sentía con fuerzas. Así que opté a quedarme en casa.

Fueron unas Navidades inolvidablemente malas. El día 24 de Diciembre, salí al fin de mi cama y de casa, y fui a casa de mis padres, para la cena de nochebuena. Casi no tenía hambre, ni sabor, ni ganas.. Seguía doliéndome todo el cuerpo, continuaba con dolor de cabeza, los ojos rojos y con picor, gran inflamación en la cara, y lo peor el dolor muscular generalizado. No aguantaba el sol que entraba en la habitación el día de Navidad, y tuve que bajar la persiana, la cabeza me explotaba. Enseguida, volví a la cama.

El día 31, Nochevieja, fue algo parecido, los dolores iban cambiando. Esa misma noche, recuerdo que se rompió mi nevera, y casi no pude sacar las cosas para descongelarla. Cualquier cosa que hacía era una hazaña, del gran cansancio que tenía y el tremendo dolor de cuerpo.

Enero comenzó, parecido, el dolor de cuerpo se iba pasando pero, me comenzó dolor en el pecho y mucho cansancio. Al llevar tanto tiempo en casa, nerviosa por todo el proceso, yo misma pensé que se trataba de ansiedad, y no le hacía mucho caso, aunque sí me preocupaba un poco. No distinguía entre el día y la noche. Estaba fatal. Sólo salía de casa cada dos semanas para buscar el parte de baja, y resultaba toda una hazaña. Con mal color, mareada, con inseguridad, fatigada, no podía casi hablar, me dolían los ojos, y el cuerpo, además de la nariz, la congestión que continuaba y dolor de garganta, incluso de oídos.

Al intentar hablar, decía dos frases, y me faltaba el aire, veía todo negro, tosía y me producía nerviosismo no poder respirar bien. Pero, lo dicho, pensaba que todo era ansiedad… Cuando más me dolía era por la noche, cuando dormía, y a veces llegaba a despertar. De repente desapareció el olfato, el gusto y nada me sabía, había desaparecido el sentido del gusto. Llamé a Barcelona, y me dijo que lo normal era que me fallara unos 4 días como máximo.

Al final tuve que ir a Barcelona, las cánulas de la nariz, me hacían daño, se habían desplazado y «la fiesta» médica cuando iba era enorme. Me ponían dos bastoncillos en cada caño de mi nariz con anestesia durante 10 minutos para después meter la cámara…Según los médicos de Barcelona, tenía infección en la nariz pero los lagrimales estaban abiertos. Seguían sin entender mi malestar. Un día, al meterme dentro de la bañera no podía levantarme, tuve que poner incluso un asa en la bañera, en ese momento sentí verdadero miedo. Me miraba al espejo y me preguntaba qué me pasaba, incluso llegué a pensar que pudiera tener esclerosis. Creo que nunca había llorado tanto..

Todo eran preguntas. No estaba bien, y la médico de medicina general sólo quería que me incorporara al trabajo, a pesar de que le contaba todo lo que me ocurría. Cada dos semanas, y siendo que no me tenía de pie, tenía que ir a buscar los partes de baja al Centro de Salud. Una de esas veces tuve que esperar a la médica en la Sala de espera por una urgencia que le surgió 40 minutos, se me hizo interminable.

Les contaba a los médicos como estaba, y no entendían nada. Me miraban con caras muy extrañadas.

Tuve que recurrir al Otorrino de Zaragoza, para que me revisara, ya que seguía sin respirar bien, las cánulas se habían movido y la mucosa era maloliente (el Otorrino comparaba la operación de lagrimales con una rinoplastia, por su complejidad y molestias).  A los pocos días mi Otorrino también estuvo enfermo ¿casualidad?

Febrero continúo muy parecido, la fatiga era excesiva. Si paseaba 30 minutos, tenía ganas de llegar a casa para tumbarme el resto del día en el sofá o en la cama. No me tenía de pie. No quería relacionarme con nadie, no tenía ganas, sin ganas de hablar, con lo que soy yo… Y eso que era el mes de mi cumple y quería haber celebrado mi medio siglo por todo lo alto, pero no pudo ser.

Hasta este mes no empecé de nuevo a relacionarme por teléfono con la gente cuando me llamaban.  Pero, la verdad es que tenía muy pocas ganas de hablar con nadie. De verdad en cuando, hablaba con mis «compis» del trabajo, para no preocuparlas…Habían seguido todo mi proceso desde antes de la operación y tengo que decir que se interesaron mucho por mi salud,  ellas eran conscientes de lo mal que lo estaba pasando.

Comenzó Marzo, y le dije a la Doctora que seguía doliéndome la garganta, que tenía mal los ojos, seguía tosiendo y que no me encontraba todavía bien. En Barcelona, todavía no me habían dado el alta, pero mi médica insistía que tenía que ir a trabajar. Le comenté que me hiciera una analítica general. Según ella, todo estaba bien. Me daba el alta, y estuve mirando el coger una reducción de jornada en el trabajo, continuaba con asfixia y tos al respirar, seguía pensando que era ansiedad, y lo peor, el cansancio, no tenía fuerzas para nada. Adelgacé 4 Kg. No tenía hambre, mis hijos me hacían zumos y leche, y eso si, tomaba equinacea, jalea real con vitaminas y muchos zumos.

En Marzo, el jueves antes del confinamiento operaron a mi madre de prótesis de rodilla, y ya no pude ir a trabajar, comenzó para mí el segundo confinamiento.

Sin estar recuperada todavía, tuve que asistir a mi madre y atender a mis hijos, atendiendo las dos casas, con miedo de coger el coronavirus que veíamos en la tv, y no contagiar a los de alrededor.  Cuando poco a poco fuimos conociendo los síntomas de este virus,  sospeché que pudiera haberlo pasado. Se lo comenté a mi médica para que me hiciera un test, y se negó ya que tenían muy poquitos para las personas que en esos momentos tenían síntomas.

Poco a poco fui mejorando. Desde el 9 de Diciembre que fue mi primera intervención hasta los primeros días de Abril, no comencé a sentirme mejor. Y menos mal, por que justo después operaron también a mi hijo de urgencia de apendicitis.

En fin, 6 meses para olvidar. Mi confinamiento comenzó el 12 de Diciembre, pero lo peor durante esos tres primeros meses fue explicarle al mundo que yo no estaba bien, no me entendían, no sabía que hacer, nadie me creía. No iba a urgencias, por que no tenía fuerzas y por que pensaba que había cogido algún virus que pasaría pronto…y siempre he sido sufrida y no me gusta preocupar a los de mi alrededor.

Después del confinamiento, al comenzar a hacer gimnasia, vi que no podía respirar profundamente y me provocaba tos. Me hicieron una radiografía y me han quedado los bronquios con una inflamación leve, así que en ello estoy, con esta pequeña secuela. A la vez de otra, que me fastidia un poco, una jaqueca que suele durar dos o tres días, de forma intensa y encontrarme cansada. Este COVID PERSISTE aunque haya pasado y sea negativo.

Por cierto, en Julio, y por mi cuenta, me hice la prueba de anticuerpos, me dio negativa, lo normal desde haberlo padecido 7 meses antes.

Y os preguntaréis si se lo pegué a alguien, pues mis hijos tuvieron un catarro bastante leve, cuando yo volví de estas operaciones. Las dos personas que me acompañaron en la primera operación, mi hermano y un amigo, mi hermano tuvo un fuerte catarro, mi amigo tos persistente durante un mes. Mi madre que también me acompañó en la segunda operación, estuvo un mes con un catarro fuerte. Y el peor mi padre, con una bronquitis muy fuerte durante dos meses, que no había forma de quitársela de encima. Todos ellos lo padecieron de forma más leve que yo.

Hoy día, veo lo afortunada que soy al poderlo contar, ya que psicológicamente me ha dejado “tocada” por eso necesitaba narrarlo. El primer día que fui a trabajar, tenía ganas de llorar, necesitaba relacionarme de nuevo, y sentí que me podía haber ocurrido cualquier cosa. Comencé a valorar la vida de una forma mucho más intensa, “como si no hubiera un mañana”. Pensaba en lo que pudo haberme pasado por esta enfermedad junto con dos operaciones que no fueron ninguna broma (reconstrucción de lagrimales), todos los síntomas que tenía intentaba buscarles una explicación relacionada con dichas reconstrucciones.

Así que joyitas, cuidaros mucho requetemucho, no es una tontada, y está claro que a este bicho no se le pone nada ni nadie por delante. Cruzaremos los dedos para que pronto descubran una vacuna que nos de seguridad, y deseamos que sea pronto. Mientras, protegeros, lavaros mucho las manos y sobre todo las mascarillas, no enredéis.

Os envío un abrazo muy fuerte de ánimo. Y mientras, seguiré escribiendo para vosotros cositas positivas, aunque hoy haya tocado esta narración tan real. Necesitaba psicológicamente escribirlo y dar las gracias a los poquitos que habéis estado a mi alrededor echándome una mano, cuidándome y preocupándoos. Cuando estás mal, la gente desaparece, y así veis que «las modelos» también somos humanas, padecemos y sufrimos enfermedades y tenemos problemas, ya que «no es oro todo que reluce» aunque intentemos que siempre sea bonito lo que reflejes en tus publicaciones. A mí me han quedado algunas secuelas: cansancio, confusión mental, inflamación leve de los bronquios, trastornos renales, etc… las cuales confío que pronto desaparezcan.

Como dice mi madre «la procesión va por dentro».

Feliz noche

Besicos cos muy dulces y sanos.

Maria Mod (Y. Mompel) Modelo, bloguer, fotógrafa y personal shopper